REPORTAJE
Vicente Soler
Anja Andersen revolucionó el balonmano de mujeres en la
década de los 90, pero su corazón le impidió seguir deleitando al mundo. Tenía
sólo 30 años cuando los médicos le obligaron a abandonar la práctica activa del
balonmano debido a unas disfunciones cardíacas que padecía. Anja nació en un
pueblo danés llamado Odense en 1969, eligió el balonmano y lo ganó todo como
jugadora y como entrenadora. Su palmarés es envidiable. Se proclama campeona de
Europa con el combinado nacional de su país a la edad de 25 años. Sólo dos años
después, consiguió la medalla de oro en los JJOO de Atlanta ’96. Y en 1997 se
colgó la presea más cotizada en los Mundiales para ganarlo todo con su
Selección.
En el 40x20 hizo de todo. Era temperamental, era una
líder, inventó un nuevo estilo de balonmano, su habilidad con el balón era
única y anotó goles que, a día de hoy, continúan siendo increíbles. Un dato
demoledor, con su Selección disputó 133 encuentros y anotó la ‘friolera’ de 726
goles.
Este deporte era su vida, el balonmano era como una droga
para Anja y en el 2000 comenzó a edificar su carrera como entrenadora. El club
de sus amores fue el Slagelse danés, escuadra que convirtió en la mejor del
planeta y con la que se proclamó tricampeona de la Champions League en los años
2004, 2005 y 2007. Siendo la preparadora de este ‘Dream Team’ sucedió algo que
siempre será recordado por el impacto que causó el gesto que tuvo Anja
Andersen. Durante un partido sufrió una disfunción logística en su ‘marcapasos’
y precisó ser evacuada a un centro sanitario, con la sorpresa de que la
carismática entrenadora regresaría al pabellón para comparecer en rueda de
prensa ante los medios de comunicación a la conclusión del duelo. Genio y
figura.
También fue seleccionadora de Serbia, dirigió al FCK danés
durante un par de temporadas y este mismo año probó suerte con el campeón
rumano, el Oltchim Valcea. Un equipo donde creó una revolución, cambió de
posición a numerosas balonmanistas y duró sólo un mes como máxima responsable
técnica.
Anja no puede dejar a nadie indiferente, es temible en los
banquillos y las parejas arbitrales le tienen un respeto mayúsculo. Sin
embrago, fuera de las canchas, se caracteriza por mostrar una amabilidad
difícil de imaginar cuando vive el balonmano desde dentro. Genialidad y fantasía,
pasará a la historia del deporte mundial aunque su corazón nos privó de
disfrutar de más elegancia y espectáculo.
los videos de esta mujer son lo más impresionante que he visto nunca. mi primer recuerdo de balonmano en televisión es una final olímpica contra corea en ni se que olimpiada. en un momento se cargo el partido y en otro momento lo ganó!!!! una pasada! tengo entendido que cuida a sus jugadoras como oro en paño.
ResponderEliminarUna jugadora de la q crean afición...q poquitas hay de esas...
ResponderEliminarAnja es una gran persona fuera de las pista y una forma de ser muy especial dentro de ellas. Es una crack. Yo he tenido la suerte de verla en persona dentro y fuera de la pista.
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